Blog de Fabricio Rodríguez de la ciudad del Villazo, Santa Fe, Argentina.

Zoo

 




Elsa, después de su matrimonio y tras reflexionar profundamente sobre sus votos de amor, decide reafirmarlos. Los muchos momentos compartidos con su pareja han sido el fundamento para sembrar la semilla del amor. Después de treinta y ocho semanas, nace Zoo, una hermosa niña.

Hoy en día, Zoo cumple tres años. Tiene unas mejillas grandes y tiernas. Todos los días, su madre Elsa le hace dos colitas en el peinado, que le recuerda a su muñeca favorita de la infancia.

La niña lleva su jardinero de animalitos a todas partes, un regalo que le hicieron. Curiosamente, ese día, mientras hablaba con su madre, aprendió los nombres de cada animalito estampado en su jardinero y expresó el deseo de tener un perro como mascota para poder brindarle cariño, ya que no tiene hermanos con quien jugar. ¿Cómo negarle a esa hermosa niña un cachorro? ¿Cómo decirle que no?

Unos días después de la conversación, Elsa regresa del trabajo con una sorpresa. Golpea la puerta ruidosamente para llamar la atención de todos en la casa. Al abrir la puerta, deja caer suavemente un cachorro mientras Zoo lo mira con sus ojitos tiernos. ¡La felicidad en el rostro de la niña es evidente! Lo abraza, lo aprieta y no deja de agradecer a su mamá. Con el cachorro en brazos, corre hacia su habitación.

Por la noche, después de armar la cuna para el recién llegado, pegada a la mesita de noche a la altura de su brazo, el mismo que asoma por la sábana para acariciarlo, observa al cachorro descansando; el perro es sorprendentemente flexible. Duermen plácidamente y sin dificultad, extendiendo inexplicablemente las cuatro patas. Esto evoca en Zoo la primera posición de la media luna que aprendió en el rincón de juegos del jardín de infantes. Como la maestra les dice a las niñas antes de hacer ese giro gimnástico: la "V" con los brazos, la "V" invertida con los pies. Una nueva forma de enseñarles las letras mientras hacen deportes divertidos.

Esa noche, Zoo imagina al cachorro caminando erguido sobre dos patas. Así que la pequeña niña se desvela entrenando al perro. Lo sostiene de sus dos patas delanteras y lo guía hacia la puerta con sus patas traseras, como si estuviera enseñando a un bebé a caminar. Solo puede repetir la acción unas pocas veces antes de que su madre, al querer darle el beso de buenas noches, la encuentre jugando. Le cuenta un cuento para que se duerma de una vez, recordándole que al despertar debe ir al jardín de infantes.

Un día soleado, con muchos pájaros cantando, todos los niños pequeños forman tradicionalmente una fila para entrar al rincón de juegos en el jardín de infantes. Las niñas empiezan a discutir cuando Zoo menciona que tiene un perro hermoso. La maestra, con mucha calma, evade las discusiones para dar comienzo a la canción de bienvenida. Zoo espera el momento del rincón de juegos para charlar con las otras niñas y les explica de manera pausada que su cachorro puede caminar. Si todas las noches lo hace dar pasos, con el tiempo caminará como todas las niñas.

Al día siguiente, en el rincón de juegos del jardín de infantes, todas las niñas cuentan que todas sus mascotas también pueden hacerlo. Mirando a los modelos de sus padres, todos los perros que traiga la cigüeña llegarán caminando sobre sus dos patas traseras.
Compartir:

Visitas

Entrada destacada

Al abrigo por Juan José Saer

"Al Abrigo" es un cuento de Juan José Saer narrado en tercera persona que cuenta la historia de un comerciante mueblero que encuen...