Blog de Fabricio Rodríguez de la ciudad del Villazo, Santa Fe, Argentina.

La dura Honduras




El ejército salió a las calles causando temor con armas letales que derriban desde lejos. Diferentes brigadas con un mismo objetivo yacen de pie en las esquinas con sus escopetas colgadas sobre sus cuellos; y parecen disfrutar del peso ya que ninguno la suelta. O de la sangre que vuela después de los disparos. Del ruido que los excita. Del equipamiento que los protege. De las tecnologías que utilizan. Al fin y al cabo los vemos cargar (de colgarse) y cargar (de preparar municiones) sus fusiles en manos.

Visten de verde, de azul, de negro; distintas fuerzas de una misma institución lista para la represión. Visualmente al reconocerlos en la distancia, intimidan con extensa profundidad. Sin embargo, causaron tanto asco que olvidamos la paranoia. Y así se concentró la bronca que alguna vez nos paralizó.

Una voz que comenzó digitalmente logró agrupar a las masas. De celular en celular, distintos textos y flyers con un mismo mensaje: en las calles a las 21 hs con cacerolas en manos para desafiar al régimen autoritario que atormenta nuestras vidas. Marchamos concentrando el descontento, mostrando las banderas y pancartas con mensajes de repudios al fraude electoral. Como así sugirieron ciertos grupos por las redes sociales, desde las puertas de sus casas, al ritmo de las cacerolas es necesario apoyar cada paso y canto de la movilización.

En los barrios más vulnerados, barricadas improvisadas impidieron el acceso militar. No funcionó demasiado. Además de varios heridos de balas, fueron siete personas asesinas en manos de estas fuerzas represivas del Estado.

Silencio. Mucho silencio cómplices de los gobiernos de la región. Callan. Callan de una manera inigualable. Sus amigos empresarios, aprueban la represión de un Estado autoritario. Los medios de comunicación atacan al pueblo y a sus representantes, tratándolos de terroristas; demonizan a quien esté disconforme de la militarización.

Los medios solo reproducen una voz, que dice ser celestial y que se transmite desde el vaticano. El papa exige una salida pacífica pidiéndole a Dios que calme las cosas. A muchos nos gustaría que muera ahogado de hipocresía.



Compartir:

Sinapsis





Imagino un perímetro inocente, una ronda de niños que agarrados provocan algo parecido a un círculo, girando paso a paso con impulso, ya que lo tienen incorporado y lo hacen natural. A veces, giran sin cesar, a veces, de derecha a izquierda, a veces, solo se quedan mirando y vuelven a girar. Esperan el propósito, le dan un sentido porque lo perciben por los sentidos. Hacen una ronda pertinente.

    Aprecio de ellos esa fuente de energía, que se refleja cuando se concentran en una meta, tomados de las manos, exponiendo sus rostros y mancomunados en la tarea de hacer una simple ronda de niños. Para qué tensionarse, para qué angustiarse; incumbencia: saber leer el rostro del otro y descargar los impulsos en la tarea de girar.

    Imagino en sus cabecitas señales en serie, una especie de organización de información, datos, registros, transmitiéndose por las manos, sin vuelta atrás, hacia un rumbo o sentido, conexionándose una mano a la otra, de esa otra a la otra, y así. Imagino neuronas movilizándose para unirse y provocar esos choques eléctricos que logran redes de información. Como si jugar a la ronda fuera lo mismo que hacen las neuronas.



Compartir:

Camino meritocrático




Sobre el fiel camino meritocrático de los empalagosos sabores que ha probado, produciendo baba lo encontraron. ¡Cuánta baba chorrea! Despojado de humanidad, se trasluce impune por un camino que al parecer es un castigo para los demás. Su deber es perseguir el éxito. Con una mirada despreciable se hace temer. Un cuño en su inconsciente hace que la acción ante los ojos de los demás se manifieste según su propia voluntad.

    Rápidamente, pensando en su actuación, acortó su recorrido frente al próximo, que estaba delante de él con las mismas expectativas codiciosas. El protagonista envuelto en torpeza, rozó con su cuerpo, a los demás personajes, mientras depositaba pasos cargados de atrevimiento, produciendo más y más baba.

    -¡Se quedan atrás! –revela la idea. La realidad es dar pasos con convicciones para lograr el objetivo, sin separarse del esfuerzo fundado con pertinencia… y posando por sobre la otredad.
***

Se expresaron luces tenues. Música lenta se escuchaba de fondo; en primer plano quedaron algunos pisotones sobre el escenario. La obra está picante. ¡Vale el costo de su entrada! ¿Vale el costo de su entrada? Quizás el asiento del espectador no es el mejor del teatro, pero permite descansar en la idea de que se pueden encontrar peores posiciones. Poca importancia se demuestra al compararla con la destacada escena del espectáculo. Entre columnas y cabezas, se alcanza a ver lo suficiente para comprenderla.
***

–Por acá, paso yo –y su brazo abanicó el ambiente con osadía, evasivamente, despejando de su camino a uno, a dos, a muchos; a los que se interpusieron (no actúan miles). Levantó la vista y el éxito apareció allí, al frente (las luces del escenario se expresaron como flashes). Reflejó un rostro iracundo que hizo evocar noches de insomnios con ánimos de absoluto estrés. Mostró un terrible semblante arruinado por la ambición de pasar actores por arriba.

    Aparecieron otros personajes, discretamente los tantea, apoya la mano derecha sobre el hombro de uno de ellos: palmadas, como las de la función anterior, que parecían nunca acabarse. Se cruzó con otro e hizo exactamente lo mismo. Después, le pisó la rodilla a uno, colocó el otro pie sobre la pantorrilla de otro, mientras se agarró de los hombros de un tercero forzando escalar, se ríe sin apercibir.

    El goce se mezclaba con la ilusión de lograr lo absoluto para elevarse; consolidar el poder le creaba una satisfacción.
***

Los espectadores lo vieron pisando hombros, varias espaldas y distintas partes de cuerpos ajenos, con la intensión de llegar a un destino que en la obra se renovaba creando un bucle. Si el entorno estuvo en manos de los actores, ¿cómo es posible que la escena sea siempre la misma, un tipo trepando de los demás?

    –¡No puede ser! Sigue, y sigue –pensó el espectador; lo vio continuar.



Compartir:

Basta de Temer




Solo basta cruzar la frontera para encontrar a ciudadanos reunidos en las calles con alarmantes puños en altos, banderas y cantos. –¡Fuera! –dice el eco de miles de voces con ímpetu. Detrás de la misma palabra alentaron unir los reclamos.

    En el noticiero lo denominaron Rufián. Este personaje mediático, de pie en su cocina reflexionó sobre el precio de los productos comprados. Luego, vio por la ventana una multitud marchar. Abolló el recibo de compra para llenar el bolsillo con el mismo. Rufián, salió por tevé por participar en la protesta.

    Cuando se sumó, otros también lo hicieron. Así, comenzaron a multiplicarse para luchar contra el que mira desde arriba: como dicen las pancartas y banderas que escribieron los mismos puños en altos. Las paredes temblaron al anochecer al ritmo de los pasos; canciones brillaron por el sol oculto.

    El presidente vestido de traje color hipocresía los esperó desde su balcón; desde lejos los colores de sus ropas se mezclaron con los de los yutas que lo custodian. Tan cínicos, y como estatuas sonrientes, ignoran desde arriba al pueblo resistiendo sus políticas de ajustes.

    Rufián y los demás, escucharon que el presidente dijo: no me pienso bajar.



Compartir:

Estudiantes en apoyo




Un mensaje de texto lo hizo salir de su casa. Una causa justa lo estaba esperando. Con cada paso, una sonrisa señaló su ansiedad por llegar, dejando algo atrás, como por ejemplo su comodidad.

    En el transcurso del recorrido, un desconocido lo miró directo a los ojos haciéndolo poner nervioso, o tal vez imaginó demasiado una situación casual; siguió caminando ahogando la congoja del tiempo.

    Fueron menos de veinte cuadras las que recorrió para llegar a la concentración. Al final, desde su comienzo creyó que sería en vano apurarse, pero no, comprendió la idea de haberse ligado a la participación.

    Al llegar al lugar citado, encontró a varios de pie en la vereda, a otros sentados sobre el pequeño tapial, a algunos apoyados sobre las rejas, y le dolió la ausencia de otros convocados.

    Entre los murmullos de los presentes un muchacho se dirigió al medio de la calle, levantó un brazo como pidiendo la palabra y vociferó a los demás, “¡marchemos!”. Se miraron para organizar quienes serían los que encabezarían, sin embargo rompió el hielo el último en llagar agarrando un pasacalle: lo siguieron cinco compañeras y formaron una fila desplazando el mensaje de cordón a cordón. Marcharon a paso lento a medida que se iban acomodando.

    Cada dos segundos los del frente se daban vuelta para ver a los demás y aprovecharon a leer las frases de los carteles más grandes. Hicieron palmas e inventaron canciones populares. Las voces golpearon contra las casas provocando que los vecinos se asomen y miren con cara rara. Algunos conductores tocaron bocina alentando, otros, para que se hagan a un lado.

    Finalizaron la movilización en la plaza principal de la ciudad con los puños en alto, se dieron un fuerte aplauso y hasta ser escuchados gritaron, “¡VIVA LA LUCHA DOCENTE!”.



Compartir:

Moldenses




Cientos de usuarios quedaron varados; dos cuadras de filas de Moldenses (ciudadanos de Molde) como estatuas sin respuestas, esperaban que se asome, el tren que nunca pasó por la estación. Día perdido para quienes debían transportarse.

    Algún que otro Moldense, filmaba fervorosamente la situación; captaba rostros desconformes y mientras más, mejor. Con el apoyo de una voz de fondo vestía a la imagen de drama: -¡Moldenses! piensen en los cientos varados. Esto es insólito-. Quienes vieron la filmación, se perfilaron detrás de la voz.

    Como en un reality show terminó el episodio de la estación.



Compartir:

Sobre el Sabio




Imaginar a un sabio, antes le parecía un sinónimo de anciano: tal vez barbudo, calvo o pelado. Pensaba que a las personas de antes les llevaba interminables años llegar a la sabiduría, por eso distingue a los sabios en esa franja etaria. Es que, para informarse las personas de antes, tenían que recorrer pueblo a pueblo, hurgando leyenda por leyenda.

    Pensar en el sabio de hoy, es pensar en un joven o viejo, ya que abunda información.



Compartir:

Espacios conquistados




Caminamos rápidamente hasta una esquina; él la llamó intersección. Nos quedamos parados en la ochava. Me enfrentó extrañamente, me miró directo a los ojos unos segundos y dio media vuelta ofuscado. “Mirá”, me dijo con su voz temblando e hizo una seña comparando dos lugares con su mano.

    En el primero, había una plaza vacía, sin jóvenes, sin ninguna persona. En sus esquinas, para no decir rodeada, parejas de milicos custodiando el espacio.

    Del otro lado, un negocio, con personas dentro de la propiedad  privada.



Compartir:

Visitas

Entrada destacada

Al abrigo por Juan José Saer

"Al Abrigo" es un cuento de Juan José Saer narrado en tercera persona que cuenta la historia de un comerciante mueblero que encuen...