Cuando nada ocurría, miré hacia arriba y encontré en un rincón de la cocina una enorme telaraña que quién sabe desde cuánto tiempo está allí. ¡Qué perseverancia tiene la araña que dejó esa telaraña! Confía plenamente en que atrapará algo. En ese momento, recordé al viejo Alberto, que era pescador: casi cuando faltaba media hora para el amanecer, lanzaba su red de pesca al río en su lugar estratégico. Algo similar hacía mi mamá, pero en lugar de la telaraña y la red de pesca, me sentaba frente a la televisión.
(Escrito en 2014)