Blog de Fabricio Rodríguez de la ciudad del Villazo, Santa Fe, Argentina.

Hablemos de Breaking Bad y el Walter White santafesino





Hay un caso de narcotráfico en Santa Fe que involucra a otras dos provincias: tenencia de armas y decenas de celulares, producción de calidad de clorhidrato de cocaína con planes de logística y transporte por localidades vecinas y el país. Un proyecto con pocos integrantes involucrados pero con una particularidad que lo hace especial.


En los medios de comunicación sostuvieron durante más de una semana que el líder de la banda se parece al personaje principal de la emblemática serie Breaking Bad. En primer lugar, porque al igual que Walter White, el santafesino Sergio Rubén de 55 años, es ingeniero Químico y dio clases en la Universidad Nacional del Litoral. En segundo lugar, porque distribuía cocaína en el interior de tachos de pintura, como lo hacían en la serie con tachos con mercadería que comercializaba la empresa gastronómica de la trama.


Walter White se convirtió en uno de los villanos más importante de las ficciones sobre narcotráfico de las últimas décadas. No solo porque se burló de la DEA de Estados Unidos, sino también por mostrar la construcción de un personaje que inició en el negocio de la producción y ventas de drogas asqueado por el nulo reconocimiento social de llevar una vida miserable de trabajar para subsistir con su familia sin un porvenir y la respuesta del Estado ante su enfermedad, dejando en claro que no le importa la salud de la población. El trabajo como profesor de química ni siquiera le dio un seguro médico para vivir unos años más, en una ciudad donde crecía la comercialización de drogas y aumentaba la pobreza y la violencia. Frente a esta situación asfixiante donde tenía que seguir trabajando con un diagnóstico de que iba a morirse de una enfermedad tratable, Walter White eligió ir contra toda legalidad posible creando un negocio de metanfetaminas y destapando una olla de bronca que se convirtió en ambición y poder.


Este escenario social que se refleja en la serie no es casual para la trama sino que se enmarca en la decadencia del régimen capitalista pos crisis de Lehman Brothers en 2008. Como se ve cada uno de los capítulos y temporadas, las clases medias quedaron reventadas, se profundizó la división entre blancos, latinos y negros, y se convirtieron las familias en un sálvese quien pueda. Más allá del detrás de escena, Heisenberg, la fase terminada del personaje, conquistó a millones de espectadores por ser un villano sin límites, totalmente corrompido y violento. En el caso de Sergio Rubén de 55 años, ingeniero químico de Santa Fe, los medios de comunicación buscaron asimilarlo a este personaje de ficción, para encubrir un flagelo que se vive en la provincia desde hace años.


En Santa Fe, la localidad de Rosario, ha sido catalogada por diversos medios de comunicación como la Sinaloa de Argentina, haciendo una comparación con la ciudad mexicana en la que se encuentran los carteles de distribución de drogas más peligrosos del mundo. Rosario está cargada de una violencia que irrumpe en ciudades vecinas, donde todos los días matan a un pibe soldadito para descartarlo del negocio o por gatillo fácil en manos de la policía. Esto se combina con cientos de personas que no tienen un plato de comida porque está entre los conglomerados con más desocupación en el país. Y la situación se encuentra agravada porque la policía de Santa Fe tiene complicidad con estos negocios, y se sospecha de la complicidad de personalidades del arco político, funcionarios y ex funcionarios. Pasando por empresarios, empresas y puertos.


Para no hablar del régimen podrido, la noticia que se repite y hace eco en portales, plataformas y redes sociales, es que hay un santafesino que se parece a Walter White. Qué importa todo el entramado que existe detrás del narcotráfico. ¿O será que los medios de comunicación hegemónicos también son cómplices?

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Raymundo Gleyzer: el cine como un arma revolucionaria




Hoy se cumplen 45 años del secuestro y desaparición de Raymundo Gleyzer, un cineasta de visión crítica que respondió con sus proyecciones al período oscuro de la historia de nuestro país, donde los militares sembraron terror con sus sangrientas dictaduras en América Latina. Los cineastas tomaron las cámaras en sus manos y las alzaron como puños al ascenso obrero y popular de los 70. La famosa frase “¡corte-acción!” que solemos usar en la cotidianeidad y que reflejamos en la portada de la publicación, se trasladó a barricadas en cada una de las manifestaciones. 


Para el cineasta, las creaciones audiovisuales no solo fueron producciones artísticas sino también elaboraciones para la acción anticapitalista y antiimperialista. Estas ideas y puntos de vistas se debatieron al calor de la revolución cubana y el ascenso obrero en América Latina, bajo la conclusión de empalmar al cine con la revolución.


Las discusiones políticas lo llevaron a cuestionar la conciliación de clases. Podemos poner en ejemplo citando su film “Los Traidores” donde trata la historia de un burócrata sindical peronista que, luego de un largo recorrido para el ascenso, terminó persiguiendo a activistas y delegados de los trabajadores. Como muchas otras películas, esta fue filmada en la clandestinidad para proyectarse en secreto en células partidarias y barrios populares, donde no hacían falta las butacas para sentarse porque debían estar erguidos para poder escapar rápidamente si era necesario.


Raymundo usó al cine como un gran soporte de denuncias contra el régimen mostrando al mundo los flagelos que sufrían los trabajadores y el pueblo oprimido. Describió detalladamente la explotación y muertes por condiciones de trabajo, la odiada burocracia sindical que se encargó de entregar a los trabajadores, los tentáculos del imperialismo saqueando a América Latina y la obediencia de sectores de la población al nacionalismo burgués.


Mientras la lucha armada marcó una generación militante, sus armas fueron las proyecciones audiovisuales. Desde su juventud consideró al cine como una herramienta masiva de acción política, buscando acercar las ideas de la revolución a los sectores populares, ya que al cine por aquel entonces, solo asistían las clases medias.


Sus obras no quedaron en el olvido ni las desaparecieron los militares, volvieron a proyectarse en las asambleas, piquetes y fábricas recuperadas pos crisis del 2001. Hoy viven en las universidades, las aulas de formación y en el cine independiente revolucionario.


Para cerrar, este es un fragmento extraído de la Revista Nuevo Hombre de 1974 titulado como Cine de Base: un arma revolucionaria: “el artista es un trabajador intelectual, forma parte del pueblo y necesariamente debe optar: o coloca su instrumento de trabajo al servicio de la clase obrera y el pueblo, impulsando sus luchas y el desarrollo de un proceso revolucionario; o se coloca abiertamente del lado de las clases dominantes, sirviendo como transmisor y reproductor de la ideología burguesa”.


Raymundo Gleyzer, ¡PRESENTE, AHORA Y SIEMPRE!

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La Virgen de Fátima y su campaña anticomunista




Nuestra Señora del Rosario de Fátima es una de las figuras más importantes de la iglesia católica. Fieles de todo el mundo celebran cada 13 de mayo, sobre todo en el santuario que se convirtió en una de las 50 casas religiosas más importantes del planeta.


La historia comienza el 13 de mayo de 1917 cuando la virgen se presentó ante tres niños portugueses del pueblo de Fátima. Ellos son Lucía y sus primos Francisco y Jacinta, que pasaron su infancia como pastones de los rebaños de sus familias, salvo Francisco y Jacinta que murieron años más tarde de gripe Española.


Un relámpago en un día soleado facilitó la primera aparición de la virgen, una mujer resplandeciente que se mostró de pie sobre una nube. Ese día, la virgen le encomendó a los pequeños pastores regresar el día 13 durante cinco meses y ella revelaría quién es y para qué viene. Lucía, Francisco y Jacinta comentaron en el pueblo sobre la aparición y cada día 13 de los meses que siguieron, empezaron a guiar a fieles, hasta que llegaron a ser decenas de miles.


Entre las revelaciones y peticiones de la Virgen a la muchedumbre, hay un aspecto puntual para desarrollar. Primero es importante conocer algunos datos concretos sobre el contexto.


En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial que perduró hasta fines de 1918 con consecuencias feroces. Los enfrentamientos dejaron alrededor de 10 millones de muertos y 20 millones de heridos, y 7 millones de víctimas civiles. Además, hubo una destrucción masiva de bienes materiales y construcciones provocando la desaparición de ciudades enteras. En medio de estas apocalípticas condiciones las enfermedades florecieron: un rebrote de tifus que mató a 3 millones de personas y una pandemia de gripe Española que mató a otras 50 millones en todo el mundo. Un conflicto con características catastróficas.


Por otro lado, en el período previo a la Primera Guerra Mundial se desarrolló el movimiento obrero y socialista, que luchó contra el militarismo de la burguesía imperialista. Una tradición que tomó en sus manos el partido bolchevique en Rusia, cuyo objetivo fue acelerar la caída de la dominación de la clase capitalista para poner en práctica el poder de la clase trabajadora. El triunfo de la revolución Rusa de 1917 terminó con un llamado de paz inmediata.


La petición llamativa de la Virgen de Fátima es que, en medio de semejante escenario del régimen capitalista, el foco de atención estuvo puesto en el avance de la clase trabajadora. La virgen señaló a sus fieles que “si atendieran mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la iglesia”. El temor de la virgen fue que el fantasma del comunismo recorra los distintos países, por eso pedía que atiendan sus pedidos para frenarlo.


Bastante selectiva fue Nuestra Señora del Rosario de Fátima, parece que las potencias imperialistas destrozando el planeta y condenando a millones a la muerte no fue un problema como el avance de la clase trabajadora.




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