En el futuro,
sin arriesgar a definir con precisión la distancia temporal, se extrañarán los
escritos en papel. Olvidaremos el baile de las biromes sobre el ras que se
extrae de las cortezas de los árboles. Las últimas cajas de cartón con cientos
de resmas de hojas llegarán en varios camiones, conduciendo uno detrás del
otro, escupiendo humo contaminado por los escapes. La escupida se expandirá cubriendo
el ambiente por completo, los árboles tan saludables como los vemos lo
respirarán y comenzarán a toser desnudando sus copas. Soltarán la savia como
mocos de resfrío. Los observaremos. Se enfermarán hasta que se desforesten con
sus síntomas. En la ausencia de papel, tipearemos ese entonces para no
olvidarlo.